sábado, 3 de julio de 2010

lid.

Somos como bloques,
inimaginados que se muerden encima
de sus otros. Latiendo,
irradiando el calor del oasis voraz
de nuestras carnes.
Arrepentidos de no habérselo tragado
cuando me revolcaban las partes.
Amarrados a la piel.
Anejados del mismo viento
que los hace vivos.

Siempre dormidos entre las luces.
La lid se tiende calmada.

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